¿Hay espacio para Jesús en tu vida?
2025-12-09

1. Oración inicial
«Mi amado Rey Mesías, gracias por tocar a la puerta de mi vida, viniste a encontrarte conmigo, gracias por disponer mi corazón para recibirte y dejarte entrar en él. Me diste vida e iluminaste mi ser con tu Presencia. Qué privilegio ser el Templo de tu Santo Espíritu. Meditando en que no hubo lugar en una posada para que nacieras, viene a mi mente cada persona que no te conoce y que quizás sus vidas representan ese pesebre donde tu anhelas nacer. Hoy te pido que dispongas sus corazones, porque puedes llenarlos de tu amorosa Presencia, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:6-7

3. Reflexiona
Con este pasaje entendemos que los tiempos de Dios son perfectos y que cumple sus promesas, en sus manos están los hilos de la historia. El censo romano se llevaba a cabo como una ayuda al reclutamiento militar o la recaudación de impuestos. Los judíos no tenían que servir en el ejército romano, pero no podían evitar pagar los impuestos. El decreto de Augusto César salió en el tiempo de Dios y de acuerdo a su plan perfecto para traer a su Hijo al mundo. Todo lo que sucedió fue dispuesto por Dios.
Muchos judíos fueron forzados a recorrer grandes distancias solo para pagar su impuesto. Para José y María no hubo excepción, tenían que ir a Belén, la ciudad de David, en Judea. José tomó esta decisión porque él era descendiente de David, igual que María. Ella estaba avanzada en su embarazo, su alumbramiento podría ser en cualquier momento; pero no fue en cualquier momento, sino en el tiempo establecido por Dios para que se cumpliese la profecía en Miqueas 5:2 “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
Al llegar allí no hubo lugar donde hospedarse como dice el pasaje “porque no había lugar para ellos en el mesón”. En primer lugar, debemos aprender que cuando hacemos la voluntad de Dios, a veces no hay garantía de una vida cómoda, porque aún lo incómodo tiene significado dentro del plan de Dios, como sucedió con Jesús. Lucas se interesa por los pequeños detalles humanos, al contarnos que María le puso al niño pañales. Al ver el Hijo de Dios envuelto en pañales, vemos cuán perfectamente humano era Dios manifestado en un cuerpo físico.
La Biblia nos dice que Jesús nació en un pesebre, el lugar donde los animales pastaban y se alimentaban, porque no se halló otro lugar. No era el lugar más apto para el nacimiento de un bebé, era sucio y maloliente, sin embargo, allí nació el Rey Mesías. Recordemos que Dios obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo, por eso envió a su Hijo a esta tierra. No hubo sitio para Él nada más que en una cruz. Nacer en un establo simboliza la humildad y el rechazo inicial que rodearía su vida y ministerio. Esto también muestra que la verdadera riqueza no es material, sino espiritual y familiar.
Jesús quiere nacer en los corazones humanos, sin importarle que a veces parecen pesebres sucios y malolientes, es allí donde quiere vivir. Él viene a traer vida y luz a nosotros, por eso pregúntate: ¿Hay espacio para Jesús en mi vida? Porque muchas veces está tan llena de cosas terrenales, mundanas y frívolas, que no permitimos que Jesús viva en nosotros. Le hemos cerrado la puerta que Él ha tocado, no una sola vez, sino muchas, Apocalipsis 3:20. El Señor trata de entrar en los abarrotados corazones de los hombres y todavía sigue buscando, y se le rechaza, igual que entonces.
O quizás ya le abrimos la puerta y lo invitamos a entrar a nuestra vida y el Espíritu Santo vino a morar en nuestro corazón, pero lo hemos arrinconado, contristado y apagado, por vivir en la carne y no bajo el gobierno de su Espíritu, Gálatas 5:16. Pablo nos aconseja en 1 Tesalonicenses 5:19 “No apaguéis al Espíritu”. Jesús anhela nuestra unión con Él, “vosotros en mí y yo en vosotros”, Juan 14:20b. Esa vida de Jesucristo en nosotros solo es por fe, en la medida en que nos rendimos a su Señorío, Él quiere obrar libremente en y a través de nosotros para manifestar su perfecta voluntad.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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