El toque del Amor
2025-06-09

1. Oración inicial
«Señor Jesús, hoy anhelo un toque de tu amor, me rindo ante ti en adoración, lléname con tu Santo Espíritu y permíteme ser ese instrumento para que tú sigas llevando ese toque de amor al perdido y necesitado. Amen.»

2. Lee la palabra de Dios
“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.” Mateo 8:1-3
“Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” Mateo 8:13
“Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.” Mateo 8:15

3. Reflexiona
Mateo nos menciona cómo, después de que Jesús bajó del monte, un hombre con lepra se postró delante de Él, y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”, pero lo más sorprendente es la declaración de Jesús y su acto de amor, “Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio”, ese acto sencillo pero poderoso de tocar a aquel hombre leproso nos deja ver cómo Jesús pone en práctica el amor; lo mismo ocurrió con el criado del centurión, el cual no recibió un toque físico sino el toque sanador del amor de Dios, de igual manera ocurrió con la suegra de Pedro, quien pudo experimentar la ternura del toque sanador de Jesús.
Hermanos, de estas tres personas que tuvieron su encuentro con Jesús podemos aprender: 1) que al igual que aquel hombre leproso, es necesario reconocer a Jesús como Dios, y llegar a él en esa maravillosa actitud de adoración, postrándonos ante Él, reconociendo que todo lo puede hacer, pero pidiéndole con total humildad que se haga de acuerdo a su voluntad, es decir, si él así lo quiere; 2) que para acercarnos a Jesús, necesitamos fe, pues como dice la escritura, sin fe es imposible agradar a Dios; y 3) que en agradecimiento a lo que Jesús ha hecho en nuestras vidas debemos ser intencionales en servir con amor.
Además, al igual que Jesús, cada uno de nosotros debe ser sensible ante las necesidades de nuestros semejantes, pues muchos como aquel hombre leproso, están marginados por causa del pecado; otros están como el centurión, sufriendo porque algún ser querido está padeciendo alguna enfermedad; y tal vez unos cuantos más se encuentren postrados en cama sin poder pararse como la suegra de Pedro; por eso al compartir del evangelio también extendamos nuestras manos permitiendo que Jesús siga manifestando ese toque de amor por medio de nosotros.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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