Un cántico de alabanza
2025-12-07

1. Oración inicial
«Mi amado Redentor, cómo no alabarte y bendecir tu Santo Nombre, por todo lo que hiciste por mí en la cruz del calvario, por haberme escogido entre lo más despreciado e insignificante de este mundo, por haberme sacado de las tinieblas, a tu luz admirable, por darme salvación, una nueva vida y un nuevo propósito. Ahora solo quiero adorarte y exaltarte por la eternidad, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre”. Lucas 1:46-55

3. Reflexiona
La respuesta poética de María se conoce como Magníficat en latín, “engrandece”. A través de la forma de un salmo expresa su alabanza a Dios, la inspiración de sus palabras procede de 1 Samuel 2:1-10, el cántico de Ana después que Dios le concedió un hijo. El estilo de su canción es de exaltación a Dios, indicando porqué es digno de alabanza y agradecimiento. Lo alaba por lo que Dios ha hecho por su pueblo. Mencionando el juicio a los poderosos, y su favor y bendición sobre los humildes. También expresa lo que Dios iba a hacer en el futuro a través del Mesías, acciones que comenzaron a ocurrir en cuanto el Mesías fue concebido, y acciones que Dios había hecho en la pasada historia de Israel. De ese modo, se muestra una descripción metafórica de la obra de Jesús.
María en humildad reconoce el sentimiento de indignidad que tiene, al ser escogida y ser colocada por Dios en un puesto de honor junto a los grandes piadosos de Israel. Ella había sido elegida entre tantas doncellas de Israel y su condición como la de casi todo el pueblo de Israel, no era la más favorable, también sufría la pobreza económica y la opresión política, pero reconocía que el Mesías actuaría en beneficio de los más desamparados atrayéndolos al reino de Dios. María glorificó a Dios en un cántico por lo que Él iba a hacer en favor del mundo a través de ella.
«Me dirán bienaventurada todas las generaciones», ella reconocía y aceptaba el don, la posición de privilegio y la bendición que Dios le dio. Con humildad aceptó su condición y estuvo dispuesta a alabarlo y servirlo. Dios había cumplido la promesa que le hizo a Abraham en Génesis 22:16-18, de levantar un descendiente que sería el Salvador para su pueblo y se cumplió con el nacimiento de Jesús. María sabía que la promesa se estaba cumpliendo a través de ella y entendía la misión de su hijo aún antes de nacer.
Cristo hace que nos veamos a nosotros mismos tal como somos. Cuando reconocemos nuestra indignidad ante nuestro Santo y Majestuoso Dios, y cómo se dignó a mirarnos y a elegirnos para su gloria a pesar de lo que éramos, debemos abrir nuestros labios en alabanza, con gozo, admiración y gratitud por lo que hizo por nosotros; y como María entender que somos pecadores y necesitamos de un Salvador. El señor satisfará los deseos de los pobres en espíritu, que reconocen su necesidad de Él, Mateo 5:3

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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