Dios rompe el silencio
2025-12-02

1. Oración inicial
«Padre Amado, eres un Dios fiel a tus promesas. Gracias por escuchar cada día mi oración, agudiza mis oídos espirituales para escuchar tu voz y entender cuál es tu voluntad para mi vida, yo sé que hay peticiones que todavía no respondes, no permitas que mi incredulidad apague mi fe, sino que espere en ti hasta que rompas el silencio, intervengas en mi vida y a través de mi vida, me des la respuesta que tú sabes que necesito, que yo sea esa voz que se alza para proclamar que Jesús es el Mesías, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. Lucas 1:11-17

3. Reflexiona
Después de 400 años de silencio Dios intervino, levantando un profeta dentro de su pueblo que sería la voz que se alzaría para preparar el camino del Mesías. Un niño llamado Juan, nacido de un milagro ocurrido a dos ancianos, que ya habían perdido la esperanza de tener descendencia. Zacarías, el padre cuyo nombre significa “Dios recuerda” y Elisabet, cuyo nombre significa “su juramento”; y que al unir los términos nos dan la frase «Dios recuerda su juramento». Nos lleva a la promesa hecha por Dios Padre a David y que dice: «No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre y como un testigo fiel en el cielo». Salmo 89:34-37
Esa promesa hablaba de su descendiente que ocuparía el trono eterno, Cristo. Dios recordó su juramento y estaba listo para irrumpir en la historia humana después de 400 años de silencio. Esto debe recordarnos que Dios es fiel a sus promesas y las cumple en su tiempo perfecto. Evidentemente mientras Zacarias sacerdote justo, servía en el altar de oro, reservado para la oración y colocaba el incienso que simbolizaba las oraciones de su pueblo, se le apareció un ángel que le revelaba que la oración por un hijo “había sido escuchada”.
¿Hemos orado alguna vez pidiendo algo, pero realmente no hemos creído que Él nos lo va a conceder? Quizás como Zacarias, muchos no hemos recibido respuesta a alguna oración que hemos hecho y pensamos que Dios la olvidó o que simplemente no era la voluntad de Dios, nos cuesta esperar el tiempo de Dios, pero Él nunca se olvida de nuestras peticiones y dará respuesta a cada una de ellas.
El hijo de Zacarías y Elisabet iba a ser un Nazareo y sería un hombre lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, saturado del poder de Dios, que haría que muchos hijos de Israel se convirtieran al Señor, se reconciliarían con sus padres uniendo ambas generaciones, preparando así un pueblo dispuesto para recibir al Señor.
Por su incredulidad a lo que el ángel le dijo, Zacarias se quedaría mudo hasta que naciera Juan, Lucas 1:20. Hoy recordemos que la Palabra de Dios tiene el sello de Dios. La Palabra de Dios tiene autoridad. Lo que nosotros digamos puede no tener importancia, pero lo que la Palabra de Dios afirma sí la tiene. Y Dios nos habla por medio de ella.
Hoy es un llamado a creer que el Señor nos escucha, como dice Isaías 65:24 “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. El Señor siempre romperá el silencio para intervenir en nuestra historia, abramos nuestro corazón y nuestros oídos espirituales para entender y creer lo que Él nos habla y lo que quiere de nosotros, ya que como en este caso, el Señor nos eligió para cumplir su propósito, que no es ajeno al de Juan, hemos sido llamados a llevar el evangelio a toda criatura para que se conviertan al Señor y haya un pueblo bien dispuesto para Él, antes de su segunda venida. ¡Preparemos el camino para nuestro Mesías -Rey!

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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