Vivir en paz y armonía
2025-05-12

1. Oración inicial
«Señor gracias por exhortarme, llévame a seguir la paz con todos, especialmente con mis hermanos en la fe, quiero siempre vivir en tu gracia y no alejado de ella. Te pido perdón si en mi corazón he albergado alguna raíz de amargura que ha contaminado a otros. Ayúdame a caminar en santidad, renueva mi hombre interior, para llenar mi corazón de amor, gozo y paz, y caminar en la plenitud de tu Espíritu. En el precioso nombre de Jesús, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” Hebreos 12:14-15

3. Reflexiona
Aquí se nos exhorta a tener buen ánimo y a buscar la paz con todos; es decir, con todos los que podamos, hay algunas personas que simplemente no quieren vivir en paz. Sigamos la paz también con todos los cristianos. En Romanos 12:18 dice «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres». Y debemos procurar «la santidad, sin la cual nadie verá al Señor».
Estar en paz con todos y mantenernos en santidad son dos desafíos espirituales que humanamente son imposibles de seguir si no es por el poder del Espíritu Santo. La paz, la santificación y la justificación nos llegaron a través del sacrificio de Jesus y por el Espíritu Santo ( Romanos 5:1; Hebreos 10:10; 1 Corintios 6:11). Cuando Pablo nos dice “mirad bien”, nos exhorta a mantener nuestra mirada puesta en el Señor Jesús para no retroceder en nuestra fe, solo así podremos caminar en su gracia. El Señor tiene una tremenda reserva de gracia que quiere usar sobre nosotros. El problema es que muchos de nosotros no aprovechamos su gracia, cuando vivimos con sentimientos destructivos, encadenados al pasado o sin la capacidad de perdonar a otros. Consideremos cuál es el sentimiento que está afectando nuestra salud emocional: amargura, ira, rechazo, desesperación, indiferencia, miedo, resentimiento, venganza, frustración, culpa, condena, tristeza, desilusión, y demás.
Estos sentimientos negativos son ataques tóxicos que enferman el alma, son como raíces que se profundizan y no son fáciles de desarraigar. En ocasiones aparecen sin que haya un agente externo que los agite. Sin embargo, cada uno de ellos se convierte en un obstáculo para nuestro bienestar emocional y espiritual pues dejamos de disfrutar la gracia de Dios.
La Biblia nos enseña que la forma en que hablamos y nos relacionamos con los demás, están íntimamente relacionados con nuestra salud emocional. Las ofensas, el mal carácter y los comportamientos inadecuados, son el resultado de las emociones quebrantadas.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Lucas 6:45
Ya Cristo pagó el castigo por nuestros pecados, y Dios es rico en misericordia, por eso debemos acercarnos a Él para pedir perdón, para que nos de la capacidad de perdonar a otros y decirle cuánto necesitamos de su gracia.
No permitamos que brote alguna raíz de amargura que nos perturbe y contamine a otros. Pidamos perdón si con nuestros labios hemos juzgado, condenado e injuriado a nuestros hermanos en la fe, o a nuestra familia y a nuestro entorno, y con ello, hemos eclipsado nuestras relaciones, provocando situaciones que no son agradables a Dios. Aprendamos a hablar en paz, con amor y gracia, para soportar cualquier experiencia por la que estemos pasando y, bajo ninguna circunstancia, sentir amargura o resentimiento hacia nadie. Pidámosle al Señor que nos permita mantener la armonía y vigilar el bienestar espiritual y emocional de los demás. Otros seguirán nuestro ejemplo y tenemos una responsabilidad con ellos si afirmamos que vivimos por Cristo.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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