Tu Palabra es la verdad que hace libre
2025-12-28

1. Oración inicial
«Señor Jesús, gracias porque con solo ver mi rostro, ya sabes lo que me pasa, tú lees mi corazón. Gracias por traer tu Palabra a mi vida, por quitar el velo de mis ojos para que pueda reconocerte en ella, dame hambre y sed de tu Verdad. Que entienda que es el sustento diario que necesito, que deseo conversar contigo, sobre mi vida, mi familia, mi iglesia, mi nación y que cuando estoy triste puedo escuchar tu voz que me consuela y me ayuda, a través de cada palabra y cada promesa tuya, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”. Lucas 24: 25-32

3. Reflexiona
Hoy no queremos oír de parte del Señor lo que les dijo a sus discípulos en el camino de Emaús: “insensatos (sin entendimiento), tardos de corazón para creer”. Somos así, cuando ignoramos las Escrituras. Muchas veces decimos que queremos conocer a Cristo, pero no estudiamos su Palabra, no meditamos en ella y olvidamos que el tema de toda la Biblia es Jesucristo mismo.
La ignorancia de la Palabra de Dios es como un velo que cae sobre nuestros ojos, que nos impide reconocer a Jesús. Cristo es el hilo que atraviesa todas las Escrituras, el tema central que las enlaza. El Señor Jesús, hoy como en ese entonces, nos reprocha la debilidad en nuestra fe por el desconocimiento de su Palabra, sabemos que la fe crece cuando escuchamos, leemos y estudiamos su Palabra, Romanos 10:17. Si entendiéramos todas las riquezas que hay en ella, los consejos divinos que tenemos a nuestra disposición por medio del Espíritu Santo, no estaríamos sujetos a confusiones, engaños y malas interpretaciones, sino que se aumentaría nuestro amor y fervor por conocer su Palabra.
Era muy importante que sus discípulos entendieran que la muerte del Mesías no fue un fracaso del plan sino el perfecto cumplimiento del designio divino. Los padecimientos de Cristo eran el paso para su gloria, por eso no podemos dejar de mirar a la cruz, pero tampoco desconocer que desde el Antiguo Testamento se muestran todas las cosas acerca de Él y que la gracia del evangelio recorre todo el Antiguo Testamento. Cristo después de su resurrección fue el mejor expositor de las Escrituras, mostrándoles a sus discípulos, como éstas se cumplieron en Él.
Hoy, como los discípulos de Emaús, necesitamos un encuentro renovador con nuestro Señor y Salvador. Para eso necesitamos la llenura del Espíritu Santo y su guía para comprender su Palabra. Permitiendo que el “Nazareno” camine a nuestro lado, porque en medio de las tormentas de esta vida, cuando estamos abrumados y tristes, su Palabra es la que puede traer consuelo, fortaleza y paz en medio de las dificultades. Su Palabra es agua viva en los momentos de sequedad. El “caminante” (Jesucristo), se interesa por nosotros y por todo lo que hay en nuestro corazón, Él nos ve, nos conoce y nos ama y nos habla “palabras de vida”, nos habla verdades profundas de una manera clara y sencilla, sabe que conoceremos su verdad y esta nos hará libres, Juan 8:32. Permitamos que nuestro corazón arda de una manera extraña, como nunca antes lo hemos experimentado, mientras escuchamos su Palabra y la estudiamos en nuestro caminar con Él. Y quizás como Jeremías entendamos que su Palabra es la única que puede quebrantar nuestro corazón y transformar nuestras vidas, Jeremías 23:29.
Que el Señor nos ayude para que nuestro corazón siga ardiendo como una antorcha que da luz y calor en este mundo de oscuridad y frialdad. Qué hoy nazca en nosotros el deseo de profundizar más en el conocimiento de Jesucristo.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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