Ruinas Gloriosas

«Señor Jesucristo te conocí en medio de las ruinas que el pecado había dejado en mi vida. Tú has empezado a reconstruir todo en mí y no te rendirás hasta completar tu buena obra. Tú eres mi refugio por siempre. Amén.»

“Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego. Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba”, Nehemías 2:13–14.

Mi vida era como aquella Jerusalén de ese entonces, el pecado había llevado a esta ciudad a la ruina total, igual que lo hizo conmigo. Destruyó el templo (mi corazón) el lugar donde te adoraba tu pueblo, y las murallas y puertas (mi mente y voluntad) que lo protegían de los enemigos. Todo tu pueblo quedó cautivo por manos de un imperio pagano que le obligaba a adorar sus ídolos vanos, entre tanto que yo vivía cautivo (a) por el sistema de valores de este mundo, rindiendo culto a mis deseos carnales y a la vanagloria de la vida.

Todo cambió el día en que, sin explicación alguna, dispusiste el corazón del Rey Ciro de Persia, un rey pagano, para que decretara la liberación de tu pueblo y la reconstrucción de tu santa ciudad. Del mismo modo y sin tampoco hallar alguna explicación, solo la de tu infinita gracia, me liberaste del pecado por medio de la muerte de tu Hijo Jesucristo en la cruz y empezaste a reconstruir las ruinas de mi vida a través de tu Santo Espíritu. Primero reconstruiste este nuevo templo que es mi cuerpo, empezando por mi corazón donde habitas desde el día que creí en tu obra, ahora continúas trabajando en las murallas de mi vida, vistiéndome diariamente con la armadura que me protegerá de caer en manos del enemigo.

Hoy puedo decir confiadamente que estas ruinas gloriosas tienen un futuro y una esperanza y así como Jerusalén fue reconstruida en su totalidad, Dios también terminará su buena obra en mi vida. “…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1: 6