Jesús nuestra esperanza
2025-12-31

1. Oración inicial
«Amado Señor tú eres mi esperanza y mi ancla segura y firme. Quiero escuchar solo tu voz a través de las promesas en tu Palabra y dejar de escuchar las voces ajenas que me llenan de desesperanza. A pesar de los desiertos que pasé en el año que termina, no voy a soltar tus promesas de bendición hasta hacerlas una realidad en mi vida, en mi familia y en mi entorno. Tú eres mi Roca firme, por eso te entrego cada plan y sueño que tengo en este nuevo año para que esté alineado con tu perfecta, buena y agradable voluntad, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Para que, por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo”. Hebreos 6:18-19
“(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”. Romanos 4:17-21

3. Reflexiona
El pasaje de Hebreos 6, nos lleva a tener esperanza en las cosas buenas que Dios ha determinado para nosotros por medio de sus promesas. La promesa de bendición que Dios nos ha hecho, está desde su eterno propósito, establecida entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, prometiendo la salvación a los que creen en Él. Debemos asirnos a esa esperanza como un ancla segura para nuestra alma, porque tenemos dos cosas inmutables, el consejo y el voto de Dios, en que es imposible que Dios mienta, porque sería contrario a su naturaleza y a su voluntad.
Nuestra ancla firme y segura es Jesucristo. Nos puede faltar todo, pero si lo tenemos a Él, no nos faltará nada, Salmo 23:1. La falta de esperanza aflige el corazón, nos hace caer en desánimo, en amargura, en tristeza y depresión, se frustra la vida, pero cuando hay esperanza nos levantamos en victoria.
Oseas 2:14-15 dice: “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto”.
Dios es el que puede cambiar un tiempo de dificultades en un tiempo de esperanza. Dios utiliza incluso las experiencias negativas de nuestras vidas para crear oportunidades para que regresemos a Él. Cuando enfrentemos problemas y pruebas, recordemos que Dios nos habla en el desierto. Dios es experto en modificar escenarios y hace nacer la esperanza allí donde hay problemas. Si han estado las puertas cerradas, Él abre la puerta de la misericordia y la esperanza.
Quizás este año 2025, hemos pasado por valles de sombra de muerte, hemos estado en desiertos, pero el Señor dice que abre la puerta de la esperanza; y es con esa actitud que debemos empezar el nuevo año. Pongamos nuestra esperanza en el Señor, no en cosas y en personas que pueden fallar; sino, en la gracia del Señor que nunca se acaba y en su amor eterno, porque nunca nos dejará ni nos desamparará.
Salmo 119:114 dice: “Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado”. Las promesas de su Palabra son nuestra única fuente de esperanza. Por eso, debemos meditar, recordar y declarar las promesas de Dios, creyendo en ellas. En este mundo donde la mayoría de las noticias son negativas, perdemos nuestro norte; nos abrumamos con los reportes económicos, nos desilusionamos con tanta violencia y corrupción, perdemos la fe con tantos diagnósticos médicos de enfermedades que hoy aparecen y nos llenamos de temor con tanta desmoralización social; pero el Señor quiere que nos enfoquemos, colocando nuestra mirada sólo en Él.
Cuando vemos el pasaje de Romanos vemos a Abraham que no tenía motivos para tener esperanza. Ya él y su mujer eran viejos para tener descendencia. Pero a los 75 años, Dios le hizo una promesa que lo mantuvo enfocado, creyó esperanza contra esperanza porque su mirada estaba puesta en Dios y en lo que le había prometido. No dudó, siempre le dio gloria a Dios, contra toda lógica y razonamiento humano y alcanzó la promesa de tener un hijo en su vejez, que sería la descendencia que nos alcanzaría a nosotros hoy. Por eso se le llamó el Padre de fe. Así que hoy abracemos las promesas de Dios y no las soltemos, aun contra todo pronóstico negativo, contra toda circunstancia adversa. Comencemos este 2026, con la mirada puesta en Jesús, en Quién todas las promesas son sí y amén, para la gloria de Dios, 2 Corintios 1:20.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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