El servicio, instrumento para desarrollar el carácter de Cristo

«Señor Jesús tú eres mi ejemplo a seguir, al igual que tú, quiero poder mostrar con mis actos de servicio ese gran amor que ahora has derramado en mi corazón por medio de tu Espíritu, quiero que cuando las personas vean mi actuar, identifiquen tu amor y te glorifiquen. Amen.»

“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.» Mateo 20:26-28

Los evangelios nos muestran la vida ministerial de Jesús, ahí podemos ver cómo lo que el Maestro pide a sus discípulos, es lo mismo que él ha hecho: servir a la humanidad, y es precisamente en este servicio de Cristo, donde podemos apreciar la importancia de tener una vida coherente, que manifieste carácter.
Jesús en su vida ministerial, en el servicio a sus semejantes, tuvo que afrontar diferentes situaciones, que de él demandaban paciencia, benignidad, bondad, otras que lo llevaron a mostrarnos su fe, su mansedumbre y su templanza, y otras que nos dejaban ver su amor, su gozo y su paz, aun en medio de las tormentas, de las torturas y de las burlas. En todas estas situaciones se manifestó su carácter por medio del amor a través de actos de misericordia y compasión, mostrándonos que el Señor vivía por convicciones y no por emociones, a tal punto de entregar su vida en la cruz en rescate por muchos.
Sin lugar a dudas si nos disponemos a servir, nos encontraremos en situaciones que también nos ayudarán a pulir nuestro carácter, que ahora debe ser el mismo carácter de Cristo en nosotros, pues es en el servicio donde entraremos en contacto con nuestro prójimo, para ayudarlo, perdonarlo, guiarlo, y sobretodo amarlo.
El servicio se debe ver reflejado en toda nuestra manera de vivir, empezando desde nuestro hogar: ayudando, proveyendo y cuidando en amor a nuestros seres queridos; también en nuestra iglesia: sirviendo con nuestros dones a nuestros hermanos en la fe; y en la sociedad: contribuyendo con nuestros talentos en nuestro trabajo, en la universidad o en el colegio, pues a toda persona, en todo lugar le podemos demostrar y compartir el evangelio con nuestra manera de vivir, por medio de actos de servicio que Dios ha preparado de antemano para que andemos en ellos. Así que hermanos, sigamos el ejemplo de Jesús y al igual que Él, dispongamos nuestro corazón para servir a esta humanidad que tanto lo necesita entregando nuestra vida en servicio y amor a Dios y a los demás.