El combustible y la llama
2017-04-18

1. Oración inicial
Amado Señor, vivifícame conforme a tu Palabra y aviva mi oración. Quiero orar conforme a tu Palabra, con un deseo ardiente y una fe firme, perseverando cada día en ella. Gracias porque tu Palabra me muestra quien eres y me enseña lo que soy y lo que puedo llegar a ser por medio de la transformación que tu gracia opera en mí. Amén.

2. Lee la palabra de Dios
“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones”. Efesios 1:15-16
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. Efesios 3:14-19

3. Reflexiona
La carta del apóstol Pablo a los efesios, incluye oraciones donde les dice por qué y cómo está orando por ellos. Menciona una serie de razones por las cuales lo hace y una de ellas es porque ha escuchado de su fe por el Señor Jesucristo y de su amor por otros.
El por qué es importante en el momento en que vamos a orar, puesto que a veces nos cuesta bastante entrar en oración. Es fácil orar cuando estamos motivados por algún sermón, o por un libro que nos invita a hacerlo, o cuando estamos pasando por alguna crisis o problema que nos hace sentir la necesidad de pedir la ayuda divina. La intercesión diaria por otros a veces puede volverse una carga, cuando no estamos motivados. Puede dejar de ser un deleite y convertirse en una obligación.
La llama de la oración debe arder en nuestro corazón, y el combustible que necesita es la verdad de la Palabra de Dios. Cuando nos sintamos sin deseo de orar, la Palabra de Dios debe motivarnos a prender esa chispa en nuestro interior. El Espíritu Santo es el que nos revela su verdad y está listo para encender ese combustible. Debemos empaparnos de la verdad divina de tal modo que sirva para encender nuestro deseo de orar. Este es el secreto para orar siempre y no desmayar.
El Espíritu Santo no puede encender un corazón vacío, sino, uno que esté lleno de los pensamientos de Dios, de sus promesas. Necesitamos crecer en el conocimiento de la naturaleza y el carácter de Dios, para entender cada día más su voluntad.
La oración tiene que ver con un Dios real que puede oír, con un Cristo que triunfó en la cruz y nos ha dado libre acceso a la presencia del Padre. Con una tumba vacía con la que podemos declarar victoria en cualquier situación, porque el Cristo Vivo está ahora como Sumo Sacerdote intercediendo por nuestras peticiones. Y con un Espíritu Santo que nos ayuda a orar cuando no sabemos cómo hacerlo, intercediendo por nosotros con gemidos indecibles.
No podemos orar ardientemente sin la fe y la esperanza puesta en Dios. Avivar la llama de la oración, significa meditar sobre las Escrituras. Esto nos llevará a guardar sus dichos en nuestra mente y en nuestro corazón, para que sea el combustible que necesitamos.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn