Controlados por el Espíritu
2021-11-07
1. Oración inicial
«Amado Señor, hoy me acerco a ti, con arrepentimiento y dolor en mi corazón por no permitir que tomes el control de mis emociones, me he llenado de ira y enojo, he dejado que mis pasiones carnales afloren. Perdóname y límpiame, lléname de tu poder. Gracias oh Dios por derramar tu amor en mi corazón por medio de tu Santo Espíritu. Fluye con tu fruto a través de mi vida, para ser testimonio vivo de ti. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, enviándonos unos a otros». Gálatas 5:22-26
«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Efesios 4:26
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia». Efesios 4:30-31
3. Reflexiona
Durante situaciones tensas, nuestras emociones se descontrolan fácilmente, debido a nuestra falta de dominio propio y nuestro temperamento explosivo, caemos en enojo, ira y ofendemos a otras personas afectando nuestras relaciones con nuestros seres queridos. Igual que en una caldera, hay que mantener el nivel de agua seguro para que no explote, debemos someternos al control del Espíritu Santo para que nuestra caldera emocional esté segura, y no cause daño a otros. Por eso, entreguemos nuestras emociones al Señor para que nos ayude a controlar nuestro carácter. Pidamos al Espíritu Santo que nos llene, nos consuele, nos guíe y nos libere de todo sentimiento dañino. Si dependemos de Él nuestro punto de ebullición disminuye.
La conducta cristiana debe alcanzar la altura de la persona que nos ha amado, escogido, redimido y unido, Dios mismo. El andar cristiano en el mundo, es el único testimonio que podemos mostrar, no solo individualmente, sino como iglesia y es lo que el mundo ve. Por eso, Pablo nos exhorta a comportarnos a la altura de nuestro llamado y vocación. La receta para esto es andar en humildad, mansedumbre, paciencia y soportándoos en amor, o sea llenos del fruto del Espíritu Santo, que es el que une y consolida nuestra vida espiritual, para que controlemos nuestras emociones y seamos testimonio.
Permitamos al Espíritu Santo que tome el control absoluto de nuestro ser, para que ya no demos rienda suelta a nuestros deseos y pasiones carnales que nos llevan a la mentira, a la corrupción, a la lujuria, al rencor, a la ira, a la rabia, las quejas, la maledicencia y la malicia, pues esto contrista al Espíritu de Dios, apagándolo dentro de nosotros y evitando que fluya con su presencia y gracia. Antes bien como dice 1 Tesalonicenses 5:23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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