Cansancio vs. Descanso. Parte 1
2025-10-19

1. Oración inicial
«Padre, mi alma se encuentra cansada. Me presento ante ti, por medio de la Sangre de Tu Hijo Jesucristo, esperando hallar el descanso que necesita mi alma. En este día dejo delante de tu trono toda esta carga, y a cambio, pongo sobre mí ese yugo de Tu Hijo Jesús que es el único que me permitirá experimentar el reposo, el descanso que necesita mi alma. Amén. «

2. Lee la palabra de Dios
“Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban;” Nehemías 4:17-18a
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” Mateo 11:29

3. Reflexiona
Como vemos en el libro de Nehemías, una de las estrategias que utiliza el enemigo para intentar debilitar nuestros muros de protección y tratar de evitar que se sigan edificando en nosotros, es el cansancio. ¿Te ha pasado? Estás con la motivación de tener tu tiempo de devocional, de meditar con calma en la Palabra, de orar, o de realizar alguna reflexión con base a una porción bíblica que meditaste, y de repente, surgen otras cosas qué hacer: con tu esposo (a), con tus hijos, con tus padres, en el trabajo, o quizás situaciones difíciles qué enfrentar: daños de último momento, diferencias con tus seres queridos que terminan en discusiones, etc. Creo que cuando experimentamos esto logramos entender lo que vivió el pueblo de Jerusalén, con una mano queremos seguir edificando esos muros para Dios, pero con la otra, debemos cumplir con otras obligaciones que al parecer no dan espera. Tal trabajo, que cuando lo intentamos llevar en nuestras propias fuerzas o capacidad, resulta imposible de sostener o de llevar, pues se convierte en una carga tan pesada que al final logra debilitarnos, cansarnos: en lo físico, lo emocional y hasta lo espiritual; cuando nos dejamos gobernar por el cansancio terminamos desmayando, y si en esta pelea continuamos así, le terminaremos diciendo al enemigo: “me rindo, no puedo más”, y cuando el enemigo logre esto nos atacará y devorará. Pero, Gloria a Dios por Jesucristo pues Él mismo es quien nos revela 2 cosas importantes que nos servirán para contrarrestar el cansancio, la primera está en Mateo 11:29 y la segunda (de la cual hablaremos mañana) se encuentra en Zacarías 4:6b.
El evangelio de Mateo nos habla sobre: “llevar el yugo del Señor sobre nosotros” y para entenderlo mejor debemos comprender que el yugo es un instrumento de madera que se utiliza para juntar, atar o sujetar las mulas, los bueyes u otras bestias, por el cuello, al pértigo del carro o el timón del arado, con el fin de encaminar hacia el mismo lado dos animales. Como vemos, lo que el Señor nos muestra en esta alegoría es que dicho yugo que es Su Santo Espíritu, aquél que nos une a Cristo y que está en nosotros, cumple una función muy importante: encaminarnos hacia el mismo lado que va el Señor. Cuando permitimos que ese yugo, el Espíritu Santo, cumpla su función en nosotros, resultará más fácil llevar una carga, o incluso, desarrollar cualquier actividad, pues cuando permanecemos en la comunión del Espíritu, Él nos conducirá hacia la mansedumbre y la humildad, dos cualidades de Cristo que son necesarias para llevar sobre nosotros el yugo de Jesús, y que se reflejarán en nuestras vidas por medio de la fe, para así podernos someter o sujetar a la buena, perfecta y agradable Voluntad de Dios. Cuando nos sometemos al Señor permitimos que Cristo, quien dirige nuestras vidas, cumpla Su función en nosotros, vivir (Gálatas 2:20). El resultado de sujetarnos a ese yugo será el DESCANSO para nuestras almas (pensamientos, emociones y voluntad).
Hermanos, para contrarrestar ese cansancio, que es una de las estrategias que el enemigo está utilizando para debilitarnos, se requiere llevar el yugo de Cristo. Si esto no lo estamos haciendo, a partir de hoy permitámosle a Cristo que viva y pelee nuestras batallas, como lo dice Zacarías 4:6b.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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