¿Aun así no entendemos?
2025-12-26

1. Oración inicial
«Amado Jesús, déjame ver con claridad tu Palabra, para entender las profecías del fin, saber que debo estar expectante y preparado para tu regreso. No permitas que la incredulidad nuble mi entendimiento, sino que viva velando y con gozo esperando tu glorioso retorno a esta tierra. Ayúdame a abrir los ojos y oídos espirituales a lo que el Espíritu Santo quiere hablarme en estos tiempos, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; más al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía”. Lucas 18:31-34
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Lucas 21:27-33
“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”. Apocalipsis 22:7

3. Reflexiona
Nos ha pasado que a veces tenemos todo frente a nosotros y aun así no entendemos. Nos sucede al leer instrucciones, al recibir un consejo o al enfrentar una difícil situación. En este pasaje vemos a los discípulos escuchar claramente a Jesús hablar de su padecimiento, muerte y resurrección, sin embargo, no lograron comprender. Esto sucedió cuando Jesús iba camino a Jerusalén para ser crucificado y en ese recorrido se topó con el ciego Bartimeo y lo sanó. Este hombre vio con más claridad quién era Jesús, lo reconoció como Mesías y clamó con fe, proclamándolo como el Hijo de David. La diferencia no está en los ojos, sino en el corazón. Podemos preguntarnos: ¿Qué necesitamos ver con claridad con respecto a Jesús hoy?
Ante la profecía que Jesús les dice a sus discípulos por tercera vez sobre su muerte y resurrección, que los profetas habían escrito en el Antiguo Testamento y que estaba por cumplirse, a ellos les cuesta aceptarlo. Por eso, aunque Jesús les habló claro, ellos estaban cegados a la realidad de la cruz, por eso este acontecimiento los golpeó duramente al punto de huir y olvidar la promesa de la resurrección.
Para nosotros esa profecía ya está cumplida, por eso, al presentar el evangelio tenemos que orar para que los oídos y los ojos de los que escuchan el mensaje del evangelio, sean abiertos, pues aun teniendo las evidencias ante sus ojos, de vidas transformadas por la cruz y la resurrección de Cristo, muchos no quieren reconocer su obra redentora. Jesús nos muestra claramente el sufrimiento por el que pasó para poder redimir a la humanidad, en su mensaje incluye la cruz, antes de su gloria; sin embargo, muchos no aceptan que la salvación es un regalo de su gracia y que simplemente se recibe por fe.
Como los discípulos, para muchos la confrontación con la cruz causa un efecto contrario, pues todos anhelan un Mesías conquistador no un siervo sufriente y no entienden que Él ya hizo todo por la humanidad. Esta revelación de que Jesús es suficiente, que solo su sacrificio satisfizo la demanda divina de Dios no les parece, creen que es demasiado sencillo aceptar la salvación y que hay que hacer algo más para ganarla. Siguen engañados con sacrificios e intentos de agradar a Dios en sus propias fuerzas.
“No hay nadie más ciego que el que no quiere ver”. Además, Jesús nunca anunció la cruz sin nombrar también la resurrección. Sabía que le esperaban la vergüenza y el horror, pero estaba igualmente seguro de que obtendría la victoria y entraría en la gloria que también le aguardaba. Sabía lo que le vendría de la maldad de los hombres, pero también sabía lo que le vendría del poder de Dios. La seguridad de la victoria final le ayudó a afrontar la aparente derrota de la cruz. Sabía que sin la cruz no podría haber una corona.
Así como ellos no entendieron, hoy muchos están ciegos a las profecías del fin, no comprenden que Jesús está vivo y victorioso y que regresará de nuevo por los suyos. A pesar de que Jesús y los apóstoles hablaron con claridad, todavía no lo asimilan y viven sus vidas sin expectativa, sin consagrarse y prepararse para su cumplimiento.
No podemos caer en ese error y leer la Biblia parcialmente, y cerrar nuestro entendimiento porque podemos estar reacios a aprender lo que en este tiempo el Señor está hablando. Lucas 21:27-32 es la profecía de su Segunda Venida que Jesús mismo manifestó. Esto debe ser una fuente de expectación y esperanza para los redimidos para que comprendamos que el tiempo está cerca por todo lo que Él ya dijo y está sucediendo en el mundo. Jesús nos dijo claramente que volvería, Apocalipsis 22:7.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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