El precio del discipulado
2025-12-21

1. Oración inicial
«Jesús, ayúdame por favor a cumplir con tu llamado, a llevar tu mensaje de amor y perdón y hacer discípulos en todas las naciones. Señor quiero ser luz y sal para este mundo que está en tinieblas, cegado por el pecado y el engaño de este siglo. Lléname con tu poder para compartir el evangelio de amor y de esperanza a todo el que se cruce en mi camino, dispón los corazones de las personas y llena ese vacío espiritual, en el Nombre de Jesús, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; más si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”. Lucas 14:25-35

3. Reflexiona
Sabemos que la visión del corazón del Padre es la Gran Comisión: ganar, edificar y enviar, esto es hacer discípulos en todas las naciones. Es el mayor reto que se nos ha hecho como seres humanos, de la persona más extraordinaria que haya vivido, Jesucristo. Ninguna causa a la que nos entreguemos se puede comparar con este llamado de Dios que cambia vidas, inclusive cambia al mundo.
Hoy vivimos en un mundo de cambios rápidos y radicales; los corazones de los hombres están llenos de frustración y angustia, pero también deseosos de ser amados, por eso el discipulado es una tarea ardua, que implica un cuidado pastoral como el de Jesús, amando, cuidando y compartiendo, para enseñar un estilo de vida que solo Él vivió.
Como vemos en este pasaje las multitudes eran atraídas por los milagros de Jesús y esperaban el establecimiento de un reino terrenal, que les resolviera todas sus necesidades. Hoy el mundo es igual, el pecado, la violencia, la corrupción moral y religiosa, está llevando al caos todo el sistema global, y se busca por todos los medios humanos la paz, la reconciliación y el progreso social y económico. Pero jamás el ser humano podrá resolverlo porque el problema es espiritual, la ausencia de Dios en la vida de las personas ha generado todo lo que vivimos. Por eso, el llamado como cristianos es urgente, hay que ir a hacer discípulos a todas las naciones llevando el evangelio de Jesús que es lo único que puede dar esperanza.
Ser discípulos del Señor requiere un costo que no todos los creyentes están dispuestos a pagar, porque el verdadero discipulado implica: entrega, renuncia y sacrificio. Se trata de subordinar todos nuestros deseos a la lealtad a Cristo. Lo que debe llevarnos a morir al egocentrismo y estar preparados para resistir el sufrimiento y el martirio si es necesario.
Aquí el Señor hace un paralelo con la edificación de un edificio que es muy costoso o librar una guerra que es peligrosa, lo que ilustra el costo y el peligro que los discípulos de Cristo debemos enfrentar, porque el discipulado significa total renunciación a nuestros intereses por amor de Jesús. Se refiere a una cuestión de total consagración y máxima realización del propósito de Cristo para nosotros en este tiempo, que no es nada fácil.
Aunque la contienda por la salvación de nuestra parte sea terriblemente desigual, nuestra voluntad personal debe estar sometida a la voluntad de Dios, ejerciendo esa fe que “vence al mundo”, como dice 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Recordemos que estamos vigorizados por el poder del Espíritu Santo como lo expresa Hebreos 11:34 “apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.
El discipulado entonces significa la disposición de una persona para colocar las demandas de Jesús por encima de las de ella o de su familia. Los discípulos deben estar dispuestos a negarse a sí mismos por completo, tomando su propia cruz lo que significa estar listo para lo que se venga. Es necesario calcular el costo de decir “no al yo” antes de comenzar un camino que no se pueda seguir hasta el final. Debemos considerar el costo de ser un discípulo de Cristo, al grado de saber a qué nos comprometemos y que más tarde no sintamos la tentación de volvernos atrás. Que podamos ser la buena sal de la tierra, para sazonar a quienes nos rodean con el sabor de Cristo.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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