Cristo es mi Señor
2025-12-06

1. Oración inicial
«Señor Jesucristo, gracias por haber derramado de tu Espíritu en mi corazón, al creer en ti como dice la Escritura, que de mi interior corren ríos de agua viva, permitiendo que momento a momento dependa del Espíritu de Dios, para experimentar una profunda intimidad contigo, una vida llena y controlada por ti y un deseo intenso de alabarte y confesar que eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
«En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet fue llena del Espíritu Santo”. Lucas 1:39-41
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Juan 7:38-39

3. Reflexiona
María fue a visitar a su prima, con mucho gozo, para confirmar lo que se le había anunciado. Cuando María llegó, y saludó a Elisabet, esta mujer fue llena y controlada por el Espíritu Santo, y la criatura saltó en su vientre. Qué hermoso sería que cuando nosotros tan sólo saludáramos a alguien esa persona fuera llena del Espíritu Santo al sentir la presencia de Jesús en nosotros. Sin embargo, muchos creyentes no están llenos del Espíritu de Dios porque no conocen al Espíritu Santo y no entienden cómo experimentarlo en su vida diaria.
María era una mujer de una profunda intimidad con Dios, por eso estaba llena del Espíritu Santo. No podemos experimentar comunión con Dios si fallamos en depender de su Espíritu. Muchas veces confiamos en nuestras propias fuerzas para vivir la vida cristiana y esto nos llevará al fracaso y la frustración. El Señor nos aconseja a través del apóstol Pablo a vivir por el Espíritu, Gálatas 5:16-17. Ser lleno del Espíritu Santo es ser dirigido y capacitado por Él, momento a momento.
«Y exclamó a gran voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?, porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.» Lucas 1:42-45
Elisabet había creído en Dios y había vivido agradándole. Y ahora, como mujer mayor, estaba animando a María, su prima más joven. Por eso, en una actitud muy humana y humilde, con palabras de alabanza le asegura a María el cumplimiento de lo que Dios le había revelado, a través de Zacarías, que el fruto de su vientre era el Cristo, el Mesías anunciado. Ese fue un gran estímulo para María, para acrecentar su fe. La llamó «madre de mi Señor», reconociendo a Jesús como su Señor y Salvador. El embarazo de María pudo haber parecido imposible, pero su parienta sabia y anciana creyó y se regocijó.
Que la presencia del Espíritu Santo nos lleve a rendir el control de nuestra vida al Señor Jesucristo, a someternos absolutamente a Él, y como Elisabet a rendirle alabanza y exaltación, a proclamar que Jesucristo es el Señor y a influenciar la vida de otros para que su fe crezca.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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