El discípulo amado
2025-10-05

1. Oración inicial
«Padre, no merezco tu amor, me lo has enseñado, pues si Tu amor ha sido derramado en mi corazón tan sólo ha sido por la obra de tu Hijo Jesús ¡Cuán grande eres Oh Señor!, ¡Cuán inmenso es Tu amor por mí! no puedo entender cómo por Gracia me has concedido tu amor, todo esto y más me hace admirarte y agradecerte pues no sé qué sería de mi vida si no tuviera tu amor. Amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?” Juan 21:20

3. Reflexiona
En la Biblia no es extraño encontrar breves auto descripciones de algunos escritores, por ejemplo: Moisés, quien se describe a sí mismo como un hombre muy manso, más que todos los que había sobre la tierra (Números 12:3), o como el apóstol Juan, quien vemos en el pasaje de hoy, se refiere a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba. Con lo anterior, podríamos llegar a interpretar de manera errada, que dichas descripciones que Moisés y Juan utilizaron provinieron del valor que había en ellos mismos o de sus propios méritos, pero ésto no es así, pues cuando conocemos a Dios entendemos que si aquellos hombres, o incluso tú y yo, podemos decir que somos humildes, santos, amados, entre otras cosas, no es por nosotros mismos, sino por quien vive en nosotros, Cristo.
Cuando vemos que Juan se refiere a sí mismo como el discípulo a quien Jesús amaba, no era para vanagloriarse él mismo, sino para resaltar aún más la gracia de Jesucristo, pues Juan sabía que no tenía algo valioso por sí mismo, no era un erudito, ni poseía capacidades intelectuales que Dios pudiera necesitar; Juan sabía de dónde venía, de ser un pescador, un hombre común y corriente, era consciente de que no merecía el amor de Cristo, y aún así Jesús lo había escogido ¿Por qué razón? Por gracia, porque así Dios lo quiso. Cuando Juan escribe “el discípulo a quien amaba Jesús” es porque así lo sentía, lo había experimentado, en cada enseñanza del Señor, y aún en la cruz en donde murió por Juan, por tí, por mí y por todos los que creerían en Su nombre.
Hoy tú y yo debemos entender que al igual que Juan, nosotros también podemos decir que somos AMADOS por Dios; gracias a la fe en Jesús hemos sido hechos hijos de Dios, como dice el mismo apóstol Juan en 1 Juan 3:1 “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;”. El Espíritu Santo a través de lo escrito por el apóstol Juan nos quiere llevar a entender que el amor de Dios no está disponible sólo para algunos, sino para toda la humanidad (Juan 3:16)
Hermanos, debemos creer en esta gran verdad y apropiarnos de ella, pues hoy muchos nos hemos dejado engañar pensando que no somos amados por Dios, pero sí lo somos, por la obra de Jesús; por eso te invito a que mires al Señor en la cruz, Sus brazos extendidos, Sus manos y pies traspasados por los clavos, Su cabeza con una corona de espinas, Su cuerpo y cara desfigurados por los azotes recibidos por ti y por mi, ¿Acaso ésto no nos demuestra el gran amor de Dios y que también somos sus discípulos amados? (Romanos 5:6-8)

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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