Somos grato olor de Cristo

«Padre, gracias porque tu voluntad es que independiente del lugar, la situación o las personas, pueda manifestar a través de mí, el olor del conocimiento de mi Salvador. Te doy gracias y descanso en ti porque sé que la sabiduría celestial y el poder para hacer tu voluntad son virtudes que se pueden reflejar en mí, por cuanto tu Espíritu mora en mí, amén.»

“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.” 2 Corintios 2:14.

Como todo ser humano, los creyentes pasamos por diferentes situaciones difíciles, muchas veces personales, también sociales. Sin embargo, cuando esto sucede en nuestra vida, uno de los propósitos del Señor es manifestar, por medio de nosotros, en todo lugar, el olor de su conocimiento.
Proverbios 9:10 dice que el temor y el conocimiento del Señor nos proporcionan sabiduría e inteligencia; sin embargo, esa sabiduría e inteligencia solo nos es posible llevarla a la práctica cuando Jesús, quien es poder y sabiduría de Dios, mora en nuestro corazón (1 Corintios 1:24).
Hermanos, cuando nosotros independiente del lugar, la situación y las personas, mantenemos nuestra mirada y confianza firme en el Señor, Él en esa comunión diaria y continua nos dirigirá en todo aspecto a actuar conforme a la sabiduría celestial. Santiago 3:17 dice “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”
De manera que, hemos de tener presente que cada vez que estemos en situaciones incómodas o tal vez desagradables con nuestro prójimo, la victoria o el triunfo al cual Dios nos llevará, es cuando por medio de nuestras actitudes y respuestas, manifestamos el olor del conocimiento de nuestro Salvador, en otras palabras, es cuando no actuamos conforme a nuestras emociones y sentimientos, sino cuando por medio de nuestras palabras y acciones se refleje el fruto del Espíritu, es decir, el carácter de Jesucristo.