Un llamado al corazón
2025-05-26

1. Oración inicial
«Amado Señor, estos tiempos que estoy viviendo son tiempos decisivos para caminar contigo, es el tiempo aceptable el tiempo de salvación como dice tu Palabra. Por eso, quebranta mi corazón porque quiero humillarme en tu presencia y pedir perdón no solo por mí, sino por mi familia, mi ciudad y mi país, para que nos arrepintamos y volvamos nuestros corazones a ti, porque entonces perdonarás nuestros pecados y traerás restauración y sanidad. En el precioso nombre de Jesús, amén.»

2. Lee la palabra de Dios
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” 2 Crónicas 7:14
“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Apocalipsis 3:16

3. Reflexiona
Estos tiempos finales exigen definición y esa definición comienza por un corazón quebrantado. La gracia de Dios es abundante pero no es una excusa para persistir en el pecado, es una oportunidad para cambiar, el arrepentimiento genuino abre puertas a la restauración, pero debemos acercarnos a Dios con humildad. El arrepentimiento no se impone desde afuera se despierta desde adentro, porque es el Espíritu Santo que nos redarguye y convence de pecado.
Este mensaje es para su pueblo, el Padre está llamando a los hijos que están distantes, para que vuelvan en sí y regresen a Él. Está alzando su voz porque el tiempo se acorta, por eso debemos estar en sintonía con el mover del Espíritu Santo. El arrepentimiento no es señal de debilidad, es evidencia de sabiduría. El necio racionaliza, mientras que el entendido se postra, porque quien se quebranta delante de Dios será restaurado. Como dice Salmos 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
La promesa de 2 Crónicas 7:14 permanece hoy como en aquel entonces, Dios no despreciará al que se rinda por completo. El Señor quiere encontrar a un pueblo postrado, no a una iglesia adormecida. Que no se diga que esta generación no escuchó su Palabra. Que no se repita la historia de los que tuvieron la Palabra en tiempos de Noé, pero no obedecieron. Es una llamada al corazón, una oportunidad de corregir el rumbo antes del regreso de Jesús. La gracia aún está disponible, la puerta todavía está abierta, pero no lo estará por siempre. 2 Corintios 6:1-2 dice “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.
Cuando Dios habla su Palabra no vuelve vacía, sino que produce fruto en los que escuchan, pero también testifica contra los que endurecen su corazón. Por eso el llamado al arrepentimiento no puede ser minimizado. La santidad no es una opción para los tiempos proféticos, es una necesidad, porque solo los limpios de corazón verán a Dios, (Mateo 5:8).
Solo los humildes caminarán seguros en el día oscuro, solo los quebrantados serán levantados con poder. Este es el día para responder y volver. Porque los que se arrepienten con sinceridad serán restaurados con gloria y los que se humillan serán exaltados a su tiempo. Cuando las tinieblas se intensifiquen no será señal de abandono sino un anuncio de que la luz está a punto de manifestarse, con mayor poder. Por eso, su iglesia debe despertar del letargo espiritual para asumir el lugar que el cielo nos asignó, (1 Pedro 2:9). No somos espectadores pasivos, sino que en medio del caos que vive este mundo tenemos una sensibilidad diferente, porque el Espíritu Santo dentro de nosotros vibra, para que no nos distraigamos con lo aparente y terrenal, sino que caminemos con fe como Abraham; porque él se sostuvo en tiempos difíciles como viendo al invisible, (Hebreos 11:27).
El capítulo 11 de Hebreos está lleno de estas personas que aun sin tener el cumplimiento inmediato de sus promesas caminaron como si ya lo tuvieran, porque la fe de los hijos de Dios no depende del entorno, la fe está anclada en el carácter de Dios, no se detienen sobre lo incierto, porque saben que lo eterno se impone sobre lo temporal, esta es la marca del llamado para los tiempos que vienen. No hay espacio para la tibieza espiritual, afirmemos nuestros corazones y encendamos nuestro espíritu con la presencia del Espíritu y el poder de su Palabra.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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