Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes
2025-04-29

1. Oración inicial
«Señor, gracias por tu Palabra que cambia mi manera de pensar; hoy te pido que cada día me hagas más conforme a tu voluntad, pues he aprendido que sujetarme a ti siendo manso y humilde de corazón traerá mucha mayor gracia y recompensa, que hacer como yo quiero, amén. «

2. Lee la palabra de Dios
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Santiago 4:6

3. Reflexiona
Una persona soberbia es aquella que por su rebeldía es orgullosa, rehusando depender de Dios y sujetarse a Él, contrario a esto, una persona humilde es aquella que se sujeta a Dios y a las autoridades que han sido designadas por Él.
En las sagradas Escrituras encontramos de manera explícita que, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes, pero también son muchos los ejemplos que encontramos con relación a este principio, el más impactante y excelente de todos es el de nuestro Señor Jesucristo, de hecho, Él mismo en Mateo 11:29 se declaró manso y humilde de corazón y, en Filipenses 2:8 encontramos que dice “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
La humildad como mencionamos al inicio, requiere depender de Dios y sujetarse a Él, así mismo es, esperar en Él y de Él; Jesús, en su caso, fue humilde sujetándose a Dios hasta el punto de ir a morir en la cruz, y esto fue algo que Él en su humanidad no quería soportar, sin embargo, su oración a Dios fue: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). Su humildad, como vemos, le llevó a depender absolutamente de Dios, confiando en que la voluntad de su Padre era mucho mejor que su propia voluntad. En efecto, Filipenses 2:9 continúa diciendo “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”
Hermanos, sujetarnos a Dios haciendo como Él quiere y manda, es lo que nos permitirá conocer y recibir toda esa gracia que proviene de Dios, la cual, por supuesto, es más excelente y supera cualquier logro o recompensa que en nuestra soberbia nosotros pudiésemos llegar a obtener.

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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